UNAS GALLETAS DE MUERTE, de Joanne Fluke

RESUMEN

Hannah ya tiene bastante con su cafetería y con su madre intentando encontrarle un novio en cada oportunidad que se le presenta. Sin embargo, cuando encuentra a Ron, el repartidor de leche, asesinado cerca de su negocio, Hannah empieza a investigar quién puede haber cometido semejante crimen en un pueblo tan tranquilo como Lake Eden.

DESTRIPANDO LA HISTORIA (CUIDADO SPOILERS)

Quiero hacer una primera aclaración: he puesto esta historia en Thriller aunque entra dentro del subgénero Cozy Mystery, tan de moda últimamente (no voy a hacer 2000 categorías). Este tipo de historias se caracterizan por no mostrar los aspectos más crudos de los crímenes y suelen estar protagonizadas por un investigador amateur, como Hannah.

Hannah se acerca a los 30 y su madre está obsesionada con que se case pronto, por lo que le presenta a cualquier soltero que conoce. Sin embargo, Hannah no está por la labor: su cafetería The Cookie Jar requiere toda su energía. Un día cualquiera, el puntual repartidor de leche, Ron, no ha pasado por su tienda. Casualmente, Hannah lo encuentra en su furgoneta, con un disparo en el pecho y sus galletas en la mano. Como su cuñado Bill es ayudante del sheriff y está pendiente de un ascenso, Hannah se compromete a ayudarle.

He de decir que deberían darle a Hannah una placa de policía. Básicamente, ella es quien hace las averiguaciones y finalmente resuelve el asesinato. Es entendible, ya que el narrador solo conoce el punto de vista de Hannah. Sin embargo, Bill o el sheriff podrían hacer un pequeño esfuerzo y esclarecer algún aspecto del caso. Pues no. Hannah hace todo el trabajo ella solita y con una temeridad y valentía que rayan la idiotez en algunos momentos, pero no por ello la amamos menos.

¿Cómo consigue esta joven pastelera la información? Pues como se hace en un pueblo pequeño: a base de cotilleos. Dentro de sus muchas cualidades, Hannah sabe cómo tratar a la gente y qué debe decir para sonsacarles lo que necesita (aunque a veces obtiene los detalles demasiado fácilmente). Aun así, me ha gustado la forma en que ha ido investigando y atando cabos. Sigue una deducción lógica que resulta entendible para el lector, sin detalles que aparecen de la nada y todo queda bien hilado.

Tras un par de días, Hannah y su hermana Andrea encuentran asesinado a Max Turner, el dueño de la lechería y un pérfido usurero. Cuando se entera que Ron vio a Max reunido con alguien poco antes de su muerte, Hannah sospecha que tal vez mataron al repartidor porque esa persona misteriosa debía deshacerse de los testigos. Y razón no le falta. Después de descartar a todos los sospechosos razonables, Hannah llega a una conclusión gracias a evidencias que en todo momento se encuentran a nuestro alcance y son explicadas poco a poco: los Woodley, una familia adinerada del pueblo, está en bancarrota y Max iba a arrebatarles su enorme casa a modo de pago por un préstamo que no podían pagar. Aquí comete una estupidez, desde mi punto de vista, puesto que Hannah se dirige a la boca del lobo. Sí, va hacia la mansión Woodley para interrogar a Judith, la esposa. Hannah ha descartado al marido y sospecha de su hijo, Benton, y cree que puede estrechar más el cerco. Pero se da cuenta demasiado tarde que la única persona que podía haber cometido los crímenes es la propia Judith, quien termina amenazándola con un arma. Por pura suerte, Hannah consigue reducirla y no morir en el intento.

La historia termina con una cena familiar en la que también están Norman y Mike, dos potenciales intereses románticos de Hannah, quien acepta una cita con los dos en una escena realmente divertida.

Sinceramente, yo tampoco había sospechado de Judith en ningún momento. El libro nos deriva en su mayoría hacia sospechosos masculinos (seguramente de forma intencional, aunque yo tenía en el punto de mira a Lisa, la tierna ayudante de Hannah, sin motivo alguno). A Judith simplemente se la presenta como una mujer altiva a quien le importan más las apariencias que ninguna otra cosa. Me ha gustado que sea ella la asesina y no su hijo, a quien estaban pintando de mal en peor.

Para terminar, hay dos aspectos que adoro de la historia. Uno de ellos es cómo protegen a las personas más vulnerables, como Danielle, quien sufre maltrato por parte de su marido (necesito saber cómo continua esta historia y espero que Watson sea el próximo en morir). El otro son las relaciones entre los personajes, tan cercanas pero creíbles al mismo tiempo que dan ganas de irte a vivir a Lake Eden y formar parte de su comunidad, a pesar de los dos asesinatos. Me enamora la relación Hannah-Lisa, más de amistad verdadera que laboral, y también la existente entre las dos hermanas, que evoluciona increíblemente a medida que colaboran en el caso.

Recomiendo absolutamente esta lectura para todos aquellos amantes del thriller, teniendo en cuenta la etiqueta de «cozy mystery» (además tiene varias recetas de galletas que muero por probar). Hasta donde sé, la historia se publicó originalmente en el año 2000 y se compone de la serie de libros Hannah Swensen, siendo «Unas galletas de muerte» el primero y, por el momento, el único traducido en español. Esperemos que no sea el último.

Puntuación: 9/10

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