DESEO CONCEDIDO, de Megan Maxwell

Esta es la primera parte de la serie Las guerreras Maxwell, novelas románticas con una base Highlander que ha enamorado a muchas personas (mención especial a Outlander de Diana Gabaldón, una de las más populares gracias en parte a la archiconocida serie). 

La historia nos presenta a Megan, una joven de padre inglés y madre escocesa (lo que la convierte en una sassenach, con significado despectivo a no ser que seas Jamie Fraser). Protege a sus hermanos Shelma y Zac desde la muerte de sus padres mientras conviven con sus tíos. Cuando descubren que pretenden casarlas con unos hombres bastante mayores que ellas y exageradamente desagradables, deciden huir hacia Escocia. Seis años después de su escapada, nos enteramos que han estado residiendo junto su abuelo materno bajo la protección del clan McDougall, presentándonos a otros personajes como Axel, Alana y Gillian, la próxima protagonista de la saga. Por una promesa a su abuelo, Megan y Shelma se ven obligadas a casarse con dos guerreros escoceses, Duncan y Lolach. A partir de este momento, se ven inmersas en una serie de acontecimientos que involucran traiciones, constantes peleas de pareja y fantasmas del pasado.

DESTRIPANDO LA HISTORIA (CUIDADO SPOILERS)

Debo empezar reconociendo que la novela romántica no es mi fuerte. No me desagrada en realidad, es más, me engancha cuando noto química entre los protagonistas. Sin embargo, siento que se enfocan demasiado en el tema amoroso y no explotan otros argumentos. No es culpa de la novela, soy yo, que tengo necesidad de una mayor variedad y no me basta con el romance. Generalmente, las novelas románticas que he leído no suelen ofrecerme mayor expectación que la de saber si la pareja principal tendrá un buen final. Por esta razón, suelo preferir aquellas novelas que incorporan otros aspectos como, por ejemplo, la saga de fantasía «Una corte de rosas y espinas», conocida también como ACOTAR. Te mezcla amor y erotismo, pero también te introduce en un mundo nuevo de fantasía, con tramas mágicas, buenos personajes secundarios y aventuras. Sé que es otro estilo diferente de literatura y no son comparables. Sin embargo, quería dejarlo claro por si a alguien le parezco dura o crítica en exceso con «Deseo concedido». He querido volver a retomar las historias de amor con esta novela y creo que, por el momento, voy a cambiar de registro. Tengo pendiente alguna reseña que otra, pero eso ya es otro tema.

Vamos a ubicarnos. La narración principal ocurre en el año 1314. Por tanto, atendiendo a cierto rigor histórico, hay algunos comportamientos que debemos entender como normales para aquella época. No se esperaba de una mujer que permaneciese soltera y, además, debía mostrarle respeto a su marido, especialmente delante de sus hombres. Esto es importante dentro de la historia. Ahora bien, no deja de ser una novela romántica y pido unos mínimos de cariño y entendimiento que explicaré más adelante.

El mayor “pero” que le veo a la historia es la facilidad con la que se resuelven los problemas. No hay ninguna dificultad presente desde el inicio hasta el final que mantenga en vilo la narración. En un principio pensé que los ex-prometidos causarían tensión durante toda la historia, pero nada de eso. Aparecen después de seis años durante un breve espacio de tiempo, justo para que Megan se tome su venganza y los mate. Apenas duran unas cuantas páginas en las que también revelan que asesinaron a sus padres. ¿Explican por qué? No, o yo por lo menos no lo he captado. Lo único que sí se mantiene en incógnita hasta el final es que Duncan realmente ama a Megan (aunque lo podemos suponer ya en los albores de su relación). Ellos se casan mediante un rito escocés que implica que su matrimonio dure un año y un día. Si después de este tiempo deciden no continuar juntos, su unión es disuelta. Esto me parece una buena idea, permitiendo a las parejas experimentar la vida matrimonial sin estar atados para toda la vida. Al principio y prácticamente durante todo el libro, Duncan le dice que no cree en el amor y que si le dice palabras bonitas es porque a las mujeres les gustan aunque no signifiquen nada. No creo que Megan entre en ese perfil, pero al final terminan juntos y amándose, hija incluida.

Otra cosa que me estresa es cuando las protagonistas tienen las mil y una virtudes y el resto pertenecen a la peor calaña posible. Como dice textualmente el libro, una de las mujeres que están en contra de las hermanas, Landra, «se cree superior cuando es más fea que un árbol torcido». Por ser las “villanas” ya dejan de tener características positivas y también deben ser feas. Este reduccionismo me parece un poco simple, pero lo pasaremos por alto siguiendo la estela del género. También se repite varias veces que el abuelo escocés las crio como mujeres fuertes e independientes y a comportarse indebidamente, por ejemplo, montando a caballo cual amazonas y disparando con arco, además de decir siempre lo que piensan. Sinceramente, lo he tenido que repasar. Las hermanas abandonaron Inglaterra con 20 y 18 años y conviven con su abuelo unos seis años. No sé que se entiende por crianza, pero no es algo que ubicaría con esas edades. Al hermano sí, que solo contaba con un año, pero a ellas… Si se hubiesen marchado adolescentes, aún lo compro, pero no con 20 años. Ya que he comentado sobre el hermano, Zac, hay que decir que es demasiado travieso, complicándoles la vida a las chicas en exceso. Aunque la presión que ejerce Shelma al decir que por su comportamiento tanto él como Megan serán expulsados de la casa de Duncan me parece excesivamente despiadado. Mientras que Megan continua siendo ella misma, sí se ve cómo su hermana aplaca su carácter, hecho que no me terminó de convencer.

Otro ejemplo algo incoherente desde mi punto de vista es la extraña situación de Margaret, la mujer que regenta el hogar de Duncan y su hermano Niall gracias a su relación con el abuelo, Marlob. En un extraño desenlace de los acontecimientos, confiesa que mató a la hermana de Duncan porque esta descubrió que estaba envenenando a Marlob. Evidentemente, es desenmascarada por Megan, quien la deja en evidencia delante del servicio del castillo. Lo que más me chocó fue que Margaret lo reconoce abiertamente ante los otros trabajadores. No tengo experiencia en asesinatos ni ganas, pero no creo que admitirlo con testigos presentes sea la mejor de las ideas. Tras su confesión, le recuerda a Megan que Duncan siempre amará a su ex amante, lady Marian, y se suicida. Aunque peor es el drama de la mujer abusada por su propio hermano y a la que no dejan verse con su marido inglés. Esto lo vamos a dejar ahí porque ni me pareció relevante ni entendí qué estaba pasando.

Centrémonos en el romance. La tensión sexual entre las parejas es más que evidente desde el primer momento. Ok, sin problema. Es algo que nos suele gustar en general. Que se ven obligadas a casarse porque su abuelo es asesinado, lo comprendo, no estaba bien visto que estuviesen solas, especialmente siendo medio inglesas. Además, el abuelo les había hecho prometer a Duncan y Lolach que, si él no estuviese, debían procurarles buenos esposos a sus nietas. Pero prefiero mil veces la relación que tienen Shelma y Lolach que la de la pareja principal. Uno de los problemas que he comentado anteriormente es que ellos, siendo jefes de clanes, deben mostrarse intocables ante sus hombres. Como las hermanas no están acostumbradas a callarse sus pensamientos, suelen ponerlos en evidencia (oye, que con razón en muchos casos). Pero, mientras Lolach habla con su mujer para pedirle que no lo hagan delante de sus hombres por una cuestión de mando, Duncan nunca se lo explica a Megan. Simplemente se enfada y maldice, haciéndola sufrir y tratándola como un trapo en muchas ocasiones. Es decir, no hay comunicación. Esta solo aparece durante las escenas de sexo, que es cuando Duncan saca un lado más humano y comprensivo. Por el resto, no me atrae nada este personaje. Le monta un tinglado bonito a Megan por un caballo que le regalan a ella; no le deja quedárselo, pero se lo lleva igualmente a sus espaldas para «darle la sorpresa». Venga ya. De verdad que la trata realmente mal durante muchos momentos, aun cuando cree tener alguna razón. Ella le guarda algún que otro secreto porque está acostumbrada a estar sola con sus hermanos y cuando Duncan se entera, le molesta aún más. Es comprensible, pero se la devuelve cruelmente. Tienen varias discusiones a lo largo de la novela, pero no suelen mantener la razón de su enfado durante mucho tiempo, puesto que van arreglándolo con sesiones de sexo y algo de comunicación. Creo que no es una buena base para una pareja estable y sana, pero que sabré yo.

Pero no todo va a ser malo. Amé la relación de los abuelos con sus nietas, tanto por parte de Malcolm, abuelo de Gillian y Axel, como de Atholl, abuelo de Megan y Shelma. Son hombres extremadamente cariñosos que aprecian a las tres chicas por igual y las consuelan ante cualquier problema. Me pareció muy tierno que fuesen tan dulces con las jóvenes, incapaces de negarles nada. Lamenté la repentina muerte de Atholl, asesinado por los ex-prometidos. Sin embargo, era «necesario» para que continuase la trama, ya que su muerte propicia las bodas de las chicas. Por otra parte, debo reconocer que la autora sabe mantener el ritmo. No puedes aburrirte en ningún momento, va presentándote tramas una detrás de la otra. Utiliza un lenguaje sencillo que te permite ir avanzando casi instantáneamente, haciendo que la lectura sea placentera. Leí el libro casi sin darme cuenta, lo cual ya es un punto a favor.

¿Qué más puedo decir? Para mí ha sido una novela romántica más. No la considero mala pero tampoco siento que tenga algo destacable. Resulta ser una historia sencilla que consigue llamar la atención del lector, totalmente válida dentro de las historias de romance. La recomiendo sí de verdad este es tu género.

Puntuación: 6/10

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