CULTOS, EL LENGUAJE DEL FANATISMO, de Amanda Montell

  • En 1945, el filósofo francés Maurice Merleau-Ponty escribió que el lenguaje es el elemento de los seres humanos al igual que «el agua es el elemento de los peces».
  • Cuesta trabajo pensar, sobre todo en cosas en las que no quieres pensar.
  • Creo que todos nos lavamos el cerebro a nosotros mismos. A veces tenemos que hacerlo.
  • Algunos dicen que las personas que se unen a los cultos están “perdidas”. Pero todos los seres humanos están perdidos en cierto modo. La vida es desordenada y confusa para todos.

RESUMEN

En este joven libro, que vio la luz en español el año pasado, la autora indaga sobre la importancia del lenguaje en los cultos. La palabra «culto» (en este contexto) no solo se refiere a agrupaciones religiosas con fines esotéricos que suelen incluir manipulación e, incluso en algunos casos, crímenes como inducción al suicidio o asesinatos. Como nos muestra Montell, grupos de yoga, marcas de productos, cuentas de redes sociales o clases de spinning pueden ser considerados también cultos que utilizan el lenguaje como nexo de unión entre los integrantes.

DESTRIPANDO LA HISTORIA (CUIDADO SPOILERS)

Resumir y spoilear un libro de divulgación es algo complicado (al menos para mí). No hay ningún gran secreto, ningún giro de trama y tampoco suele haber personajes a los que criticar o admirar. Tardo mucho más tiempo en leerlo y tomo muchas más notas. Eso sí, la sensación es, en mi caso, más gratificante que con una novela. Aprendo tantas cosas nuevas gracias a los puntos de vista aportados (siempre con un respaldo científico y una intensa búsqueda bibliográfica por parte del escritor), que empiezo a saturar a todos mis conocidos con la mejor información que he podido reunir. Así que eso haré aquí: os voy dar algunas pinceladas de «Cultos» para que veáis si os puede ofrecer tanto como a mí.

En primer lugar, la autora nos asegura que el lavado de cerebro es un concepto pseudocientífico denunciado por la mayoría de los psicólogos a los que entrevistó. No se puede obligar a alguien a creer en algo que no quiere creer, sino que debe existir cierta predisposición. Sin embargo, con uno uso adecuado del lenguaje, todos podemos llegar a sentir que pertenecemos a algo grande. Ahora bien, un culto destructivo omite aquello que se debe conocer, distorsiona lo que dicen para camuflarlo y mienten descaradamente. Grupos más éticos, como de deporte o música, serán sinceros en cuanto a lo que creen, lo que quieren y lo que esperan de cada miembro. Y, lo más relevante, abandonarlos no conduce a sufrir consecuencias graves.

Al introducirnos en el lenguaje característico de los cultos, se nos presentan en primer lugar dos grandes movimientos muy conocidos por la cultura popular, presentes incluso en expresiones cotidianas como «beber el Kool-Aid», la cual describe a alguien que sigue sin pensar a una mayoría o que está loco. Bien, esta expresión tiene su origen en el culto del Templo del Pueblo o Jonestown (su líder se apellidaba Jones, notad la megalomanía de este sujeto). Heaven’s Gate es otro culto catastrofista que, aunque atrajo a menos personas, sus integrantes estaban incluso más comprometidos con sus ideales. Altamente recomendable esta parte, lo más relevante es cómo líderes de este estilo toman una postura apocalíptica sobre el universo, situándose ellos como el centro de todo. Sin embargo, necesitan a sus satélites. En primer lugar, hacen que la gente se sienta especial y comprendida. En algunas personas, estas palabras les calarán y el grupo se volverá indispensable. Es el momento de la conversión. Posteriormente, durante el condicionamiento, se inculca la idea de que la vida fuera ya no es posible. Se convence a las personas para que actúen de forma contraria a sus anteriores creencias, porque el fin justifica los medios (coerción). En el momento en que crees en el «nosotros contra ellos» ya estás realmente dentro.

Hay algunos cultos que no se presentan bajo una ideología en principio tan extremista como los mencionados. La cienciología, supuestos gurús de autoayuda, cuentas de Instagram, etc. también entran dentro de este grupo. Voy a destacar la gran curiosidad que el libro ha despertado en mí por las MLM o empresas de márketing multinivel (o estafas piramidales) gracias a la anécdota de Tupperware. También se trata el culto al fitness, el cual puede llegar a confundir llevar una vida más sana con un mundo más oscuro.

En todos estos grupos, es común el lenguaje cargado, en el cual las palabras pierden su significado común obteniendo uno nuevo que es único para el culto, siendo utilizado por el líder o el grupo de líderes para dirigir el comportamiento del grupo. Otra «red flag» sería el cliché que termina con el pensamiento, como una serie de eslóganes cortos que impiden que una discusión avance y terminando con cualquier pensamiento inconveniente para el culto. Evidentemente, en grupos de fitness esto es mucho menos común en general, ya que desconectas en el momento en que no estás en clase (aunque existe un caso de abuso por parte de una cadena que me ha sorprendido bastante).

Contrariamente a lo que se cree, la mayoría de los candidatos a ser reclutados en cultos más intrusivos son personas de buen carácter, serviciales, agudos y excesivamente optimistas. Vale, te captan porque te dicen lo que quieres oír y tienes un sentido del compañerismo y la esperanza a tope. Pero, ¿por qué quedarte cuando ves que todo va mal? Una teoría indica que los humanos solemos sentir las pérdidas de forma más aguda que las ganancias, por lo que solemos aferrarnos a algo aunque sea perjudicial con tal de sentir que no hemos perdido el tiempo, que evitamos el abandono o que la recompensa está cerca.

Para finalizar, lo realmente importante es saber quién eres. No dependes de lo que pueda decirte ninguna otra persona y, por mucho que participes en mil agrupaciones distintas, cuando vuelves a casa, eres tú de nuevo. Si es tu caso, felicidades, no te han atrapado.

Puntuación: 10/10

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